Por qué vender las tarjetas de regalo
Cuando creíamos que se había terminado la era de las equivocaciones en los regalos, la realidad viene y nos dice lo contrario.
A veces es muy sencillo acertar con un regalo, casi sin pensar conseguimos que la persona que recibe el regalo se marche contento a casa pensando que eres la mejor persona del mundo. Otras veces nos esforzamos mucho y, sin embargo, notamos en la expresión de agradecimiento un punto de decepción que nos hace darnos cuenta de que nuestros esfuerzos han fracasado.
Cuando hace unos años las tiendas comenzaron a comercializar tarjetas de regalo parecía que, ante la duda, ya siempre acertaríamos con los regalos. Simplemente tendríamos que preocuparnos de pensar cuánto gastarnos y en qué tipo de tienda. Ropa, zapatos, complementos, muebles… casi cualquier cosa en una pequeña tarjeta que la persona a la que regalamos podía utilizar como quisiera.
¡Qué felices fuimos y qué poco nos duró esa felicidad!
Poco a poco empezamos a ver la misma expresión de decepción en algunos casos, nuestra tarjeta regalo no satisfacía del todo nuestro homenajeado. Así un día recibimos una tarjeta de regalo y, de repente, nos dimos cuenta de que no es el regalo perfecto.
Nuestra idea de regalo es un capricho, algo que queremos y nosotros no podemos comprar o no entra dentro de los gastos habituales de nuestra economía familiar. Nos apetecen cosas nuevas cuando es nuestro cumpleaños o llega la Navidad. Sin embargo, la mayor parte de las veces que nos regalan una tarjeta de regalo es de una tienda en la que compramos habitualmente, o de una tienda tan rara que no conocemos o ni siquiera está en nuestra ciudad.
Con nuestra tarjeta de regalo en la mano, recorriendo esa tienda en la que compras todos los días o pensando en el dinero que te va a costar desplazarte hasta ella sin saber ni siquiera si encontrarás algo que te guste, llega el momento en que entendemos que vender las tarjetas de regalo es una idea brillante.
Si vendemos las tarjetas de regalo que vamos a gastar sin muchas ganas y en algo que no queremos podremos invertir el dinero que consigamos en una tienda en la que realmente queremos comprar porque es nueva, nunca hemos entrado o tienen ese vestido precioso con el que llevas semanas soñando. Y no te preocupes por ofender a quien te la regaló, porque estará haciéndote feliz, que es lo que quería. ¿O a tu te enfadarías con alguien por vender las tarjetas de regalo que le has dado si con ello va a comprarse algo que le gusta de verdad?