Hacer un regalo: ¿Ilusión o Drama?
Dicen que hay más felicidad en dar que en recibir. Pero por algún motivo, siempre que se acerca alguna fecha especial hay una especie de agobio interno que hace que nos preguntemos: “Qué le regalaré yo ahora?”. Y te ves acudiendo hasta a amigos que ni conocen a la persona en cuestión pidiéndoles consejos como si ellos tuvieran la respuesta, o para que aunque sea te den una solución “quita-enfados”.
Con lo fácil que sería si cuando le preguntásemos a la persona en cuestión qué quiere que le regalemos nos diera una respuesta… Pero seguramente por “educación” te contestarán lo típico: “No, que va, ni te preocupes, no hace falta que me regales nada”. Aunque tenga clarísimo qué quiere, aunque esté metiéndose todos los días en internet a ver fotos, aunque en ese momento esté deseando que, ya que te tiene en frente, te llegue por una especie de telepatía la respuesta sin tener que decírtelo.
Y lo peor es que si le haces caso y no le regalas nada, te etiquetará de mal educado. Es una especie de enfado por no haber querido captar un simple mensaje telepático en vez de conformarte con unas palabras.
Pero bueno, imagínate que por arte de magia consigues dar con el regalo perfecto. Con que la talla sea demasiado grande, o demasiado pequeña, ya te has agenciado otro problema. Porque claramente, CLARAMENTE, si has comprado esa talla es porque tu inconsciente tiene una opinión sobre su peso y quiere comentárselo a través de una especie de eufemismo simbólico regalándole algo que se lo dé a entender.
Luego puedes optar por el humor, pensando que siempre es una buena idea hacer reir a la gente. Y de repente, sin comerlo ni beberlo, te encuentras con una mirada de tu pareja al abrir el regalo, esa mirada como de asesina psicópata que te pide a gritos inventar una historia. Seguramente recurras a la típica: “Ah jaja era una broma, es que claro el regalo se ha retrasado unos días y era por hacer la gracia, ya verás que te va a encantar…” y rezarle a todos los santos que conozcas esperando que cuele, encontrándote encima otra vez en el punto de partida. Pero la historia es tirar de creatividad para que no acabe eso pareciendo una escena de una peli de Tarantino.
Y ya ni te cuento cuando se trata de tu sobrino de 11 años que está en la típica edad que no sabes si juega con cochecitos o tienes que comprarle una botella de jager para su botellón de esa noche para que no acabe en una tienda de alimentación, en un barrio perdido, a las 3 de la mañana, comprándola como si fuese droga y le pueda contar a todo el mundo que tiene un tío guay que se la ha regalado.
Bueno y qué decir de cuando te toca tu jefe en el amigo secreto del trabajo. En tu mente es como que la delgada línea entre un aumento de sueldo, o que estés al día siguiente pasando tu día en linkedin viendo ofertas de empleo con requisitos parecidos a los de la NASA, dependen todos de una sola cosa: Tu Regalo.
Todo esto para decirte que lo de comprar una tarjeta regalo, puede no ser lo más personal del mundo, pero sí puede sacarte de muchos marrones. Y para que no tengas ni que complicarte eligiendo qué marca regalar, que hasta eso puede causar dilemas, hemos creado la tarjeta Truekit: una tarjeta regalo que podrá canjear por otra de la marca que prefiera.
Evita marrones, Compra truekit.
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